Prometí no volver a escribir sobre ti.

Yo sé que mi cuerpo apenas se acerca de una forma razonable a lo bello, pero te extraña terriblemente. Te lo dije un día cuando no me importaba que me amaras. Te lo dije de tal manera que resultara imperceptible. Me quedé ahí escuchándome, estrechándote: te extraño terriblemente. Ahora mi propósito es el mismo que en aquel momento: amarte para satisfacerme. Y pareciera que el tuyo sigue siendo también el mismo: que yo te ame para satisfacerte.

Somos la misma historia otra vez. Damos vueltas sin parar. Y ya vi que un “vete a la verga” no soluciona ni termina nunca con esto que te une a mí.

24 noviembre.

Estoy desde hace un año en un lugar que no me deja respirar porque sigues presionandome contra la cama. Pero no entiendes que sí quiero estar aquí pero no así y no contigo ni con nadie y quiero respirar sobre alguien sin que me pegue la cara a su cuerpo para sentirme cerca todo el tiempo, todos los domingos, la mañana y por la tarde y cuando estoy sola en mi cuarto o en ese lugar al que quería ir pero no pude porque estabas presionandome contra la cama y te creí cuando me dijiste que esto era lo que yo quería, me dijiste que había tiempo y que me querías y luego te tiraste a ver la película como si yo no existiera y el lugar ya había desaparecido entonces pero no es hasta ahora que me dejo crecer las palabras por las manos y tomo mis cosas y te doy un beso en la espalda y escupes a través de la puerta cerrándose en ese lugar donde florecimos hasta marchitarnos como si alguien nos hubiera ahogado entre la cama y la promesa que nunca fuimos alguna vez.